“Cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto”

Michael Ende

Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina comedia, comienza pasando por el infierno. Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico. Esto es lo que explicó el escritor Michael Ende, cuando publicó “La historia sin fin” o “La historia interminable”, una de sus más famosas novelas infantiles en la que el héroe, Bastián, debe primero, abandonar el mundo real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico, en el que, por el contrario, todo está cargado de significado.

El puente Francisco Villa parece eso. Un cuento fantástico -y absurdo a la vez- en el que han dejado de explicar lo que sucede tras bambalinas con la adjudicación de contratos, sobrecostos, créditos, dos secretarios de gabinete y demás problemas, que desnudan no solamente la incapacidad que han mostrado en el ejercicio del gobierno y la ejecución del gasto público en la entidad, sino que, por paradójico que parezca, serán el sello de la administración aispurista.

El problema con esta realidad es que un puente es algo que objetivamente podemos visualizar. Físicamente, está en vías o puede ser materia pura y evidente. Lo fantástico de esta quimera (como en el cuento de Michael Ende) es imaginar lo que dentro de la administración pasó y no pasó a lo largo de estos larguísimos cinco años sin pena ni gloria. Ejemplos debe haber varios.

La herencia que desgraciadamente vamos a obtener es un impasse en nuestra clase política y gobernante que perdió una oportunidad valiosa de renovar la administración pública y el dialogo políticos. Una generación perdida que hoy nos tiene sumidos en el caos y la incertidumbre, y lo que es peor, en condiciones sumamente precarias económicamente hablando. Políticamente, ni se diga. El inicio de las próximas elecciones es otro ejemplo de ello.

El reto que debemos asumir la sociedad duranguense es mayúsculo. Debemos renovar la capacidad de crítica y repudio a gobiernos llenos de mediocridad institucional, incapacidad de gestión y conflictos de interés. Necesitamos funcionarios públicos que se dediquen a realizar sus labores y que administren con la mayor probidad posible los dineros públicos. La propuesta de gobierno y los personajes y sus trayectorias deben contar en las próximas campañas. Y ahí nos debemos enfocar muy bien. ¿Quiénes son los candidatos y quiénes los acompañan?

La moraleja de este cuento, a la inversa de Dante, no es pasar primero por el infierno, debe ser una mayor conciencia y capacidad críticas y de repudio a quienes se ostentan en el poder. Sin ello, vamos a estar condenados a gobiernos mediocres y lerdos.

Leonardo Álvarez

@leon_alvarez

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El puente sin fin

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